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Mitos de Euskal Herria

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18 Septiembre 2013

Dólmen de Euskal Herria


Si existe una característica exclusiva de la raza humana que lo diferencia del resto de los seres vivos que habitan el planeta es, sin duda alguna, la fragilidad con la que toda convicción y ética se vienen abajo ante la tentación de poseer el poder para dominar al resto con el único objetivo de satisfacer su propio ego. A lo largo de la historia, la inmensa mayoría de los pueblos han sido conquistados y han visto y vivido cómo los pilares en los que se sostenían su cultura y tradiciones se desdibujaban para mezclarse con las nuevas normas impuestas. Sin embargo, gracias sobre todo a su complicada situación geográfica, el pueblo vasco, situado en el norte de una península Ibérica que ha sido romanizada, conquistada por los árabes, cristianizada…, nunca cayó bajo el dominio de nadie y sus tradiciones, leyendas y mitos han llegado a nuestros días sin la “contaminación” de otras creencias o culturas. El mayor ejemplo “vivo” es el propio idioma “euskera” que no tiene ninguna raíz en común con ningún otro conocido en la Tierra.

Quizá este carácter protector de sus escarpados paisajes ha sido el que también ha dotado a la propia tierra de una relación mágica con sus pobladores; y es que la tradición folclórica y mitología vascas nacen en las cumbres de sus montañas.

Si bien existen algunos paralelismos o elementos comunes con las leyendas de héroes de otras culturas (el cíclope vasco Tártalo aparentemente invencible que, como Polifemo, muere derrotado por la inteligencia de un rival más débil o las Lamias y Sirenas que son personajes comunes en el imaginario fantástico de muchos pueblos) lo que define claramente a la mitología vasca es la divinización de los propios elementos de la naturaleza. La Tierra es el centro y la base de la cosmología vasca, todo nace de AMA LURRA (Tierra Madre).



Lauburu en la clave de la portada de una casa de Zubieta (Navarra). Fot. Mariano Estornés Lasa

EGUZKI, el sol y la vida

"Santo sol, damos la luz de vida y de muerte", así reza una de las plegarias que recitaban los antiguos vascos y que refleja el poder dual que se le otorgaba al astro. El sol se consideraba como el ojo de la deidad, el creador de la vida en la tierra responsable de las cosechas y la meteorología, pero también era el ahuyentador de las y todos sus peligros: fantasmas, duendes, espíritus, etc.
Existen evidencias de esta más que probable adoración del pueblo vasco por el sol: todos los restos humanos encontrados en los dólmenes de Euskal Herria estaban colocados siempre con la cabeza orientada al este para favorecer su viaje al más allá.

Uno de los iconos de la tradición vasca es el lauburu(en euskera "cuatro cabezas") que para algunos representa directamente el sol en movimiento. Según la leyenda, Otso utilizaba este lauburu como medallón cargado con la fuerza de la diosa Mari contra los poderes oscuros. Es normal encontrar un lauburu colgado en las puertas de los caseríos vascos ya que, como representación de Eguzki, protege a los que allí habitan del influjo del mal.


ILARGI, la dama de la noche
Si el sol era importante para los vascos, la luna lo era aún más. La luna poseía el poder sobre el día y la noche, sobre las mareas e incluso sobre el estado anímico del ser humano.
La luna para los vascos es el rostro de la deidad.
La luna es considerada también como la alumbradora de los muertos, y por eso aparecen es más fácil ver aparecer sus almas bajo su luz.

Hoy en día aun se mantienen muchas de las rutinas pautadas por las fases lunares, especialmente las relacionadas con los cultivos. Por ejemplo, se cree que todo aquello que se corte en cuarto creciente crecerá más rápido que si se hace en cuarto menguante, aunque si se hace en ésta última la madera tardará más en pudrirse…


ORTZI , EURIA y ELURRA, la fuerza de la natura

Los fenómenos meteorológicos también son protagonistas en la mitología vasca bien como oráculos, anunciadores de fortuna o canales de comunicación.

Euria es la lluvia, fuente de riqueza y de vida, y se considera un regalo proveniente del dios supremo Urtzi. Elurra es la nieve, signo de prosperidad. Amabas son elementos utilizados en la predicción, y es que la manifestación de alguna de ellas se interpretaba como un augurio o una señal.


“Marriage of Goddess Mari in mount Amboto” Nori Ushijima, 2012. Estudio del autor (Barcelona)

La figura de Ortzi, dueño del trueno y la tormenta, era, sin embargo, la más temida por los antiguos vascos. Representa la ira y el castigo de Urtzi que se transforma para la ocasión. Aun hoy, en muchas casas cuando truena se encienden velas o se echa sal al fuego para protegerse de la furia de Ortzi.


MARI, la diosa de las cumbres

Mari es la deidad principal de la mitología vasca: una diosa que vive en todas las montañas, que puede volar de unas a otras llevándose consigo el buen o mal tiempo. Es la personificación de la madre tierra, la reina de la naturaleza y de sus elementos. Como diosa tiene la capacidad de imponer justicia, castigando de forma severa a los hombres que actúan con maldad. Su nombre, aunque sin una certeza absoluta, parece provenir de Maire o Maide , el nombre que adoptan los genios de los montes constructores de los dólmenes.


DUENDES, GENIOS, GIGANTES y otros seres

La mitología vasca está llena de leyendas protagonizadas además por los seres mágicos que habitan en sus montañas, sus bosques, sus ríos…. Algunos de ellos son también elementos comunes con otras tradiciones como ocurre en el caso del cíclope Tártalo, la Sirena (conocida como itxaslamia o arrainandere) o las Lamias que, aunque con características propias, podrían haber sido entes “adoptados” durante el contacto con otros pueblos. Sin embargo, los vascos tienen sus propios seres mágicos, únicos y exclusivos:


Basajaun. Ilustración de Jesús Gabán

Los Gentiles, son los gigantes más conocidos. Habitan en las montañas y, pese a su increíble tamaño y fortaleza, pertenecen al bando de “los buenos” gracias a su talante pacífico. Rara vez bajan de la montaña y pasan su tiempo divirtiéndose mientras se lanzan piedras de una montaña a otra.

Prakagorri, es el nombre más común para denominar a los duendes, aunque no el único. El nombre con el que se les conoce en cada región es distinto, pero todos hacen referencia al color rojo bien por el color de su piel o de sus ropas. Son seres con capacidades maravillosas, dotados de una rapidez y fortaleza sobrehumanas a pesar de su insignificante tamaño. Por lo general son amigables y su presencia viene acompañada de algún beneficio para el que está cerca.

Basajaun, junto con sus compañeras femeninas las Basanderes se consideran los señores del bosque. Son genios gigantes de forma humana pero cubiertos de un largo pelo que arrastran hasta el suelo. En vez de uñas, los basajaunes poseen largas garras y uno de sus pies se asemeja a una pezuñas de vaca. Aunque no se les considera seres necesariamente peligrosos o dañinos, si representan la fascinación y el respeto del ser humano por lo primitivo y el miedo a lo salvaje e incontrolable. Según las leyendas, el basajaun también ayuda a los pastores protegiendo el ganado mientras duermen pero, eso sí, a cambio de un tributo especial: un pedazo de pan.

Akerbeltz, el macho cabrío negro. Se trata de un genio subterráneo que protege contra enfermedades y genios malignos. Durante los siglos XVI y XVII se extendió el culto al Akerbeltz como figura diabólica, pero fue tan solo un capítulo pasajero y puntual que nace como movimiento de rebeldía ante la situación social y contra el cristianismo imperante en la época.

Etsai, que significa diablo o enemigo, es un genio del conocimiento que se dedica a la enseñanza en una cueva y que toma a uno de sus estudiantes como pago por sus estudios.


DRAGONES y SERPIENTES, la oscuridad y sus diablos

Encontrar entes con forma de dragón o serpiente presentes en la tradición popular no es nada nuevo, la gran mayoría de las culturas han incluido a estos seres en sus leyendas como invitados de honor. El mito de Herensuge, representado como un dragón o una gran serpiente de siete cabezas aficionado a devorar hombres y secuestrar muchachas es, quizá, el más antiguo y arraigado entre los vascos. El Herensuge es un espíritu destructivo que vuela arrasando todo a su paso y haciendo un sonido aterrador. A veces es confundido con Sugaar, la temible serpiente macho del folclore vasco que habita en las profundidades de las cuevas y que algunos consideran el esposo de Mari. A partir de la Edad Media se cristianizan estas figuras y comienzan a relacionarse directamente con el diablo. De este modo, mitología vasca y religión cristiana se funden dando lugar a leyendas como la de Don Teodosio de Goñi, en el siglo VIII., Muy parecida a la de San Jorge y el Dragón donde se nos cuenta cómo el Herensuge es derrotado por el arcángel San Miguel y su espada de fuego.

 

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