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Sociedades Secretas en Toledo |
16 Marzo 2013 | ||||
Hablar de sociedades secretas es en principio una clara contradicción; en el caso de que estas sociedades hayan sido o sigan siendo completamente secretas, ¿cuál puede ser nuestro auténtico conocimiento con respecto a ellas? En todo caso y como se suele aplicar en el argot, aplicaremos el concepto de sociedades discretas a todos aquellos consorcios que no han escondido su existencia pero sí su funcionamiento interno y sus iniciaciones. En Toledo y desde tiempo inmemorial vemos como la pista de estos grupúsculos que entretejen la historia con sus maquinaciones, ha dejado una huella que ahora rastreamos… La sociedad iniciática del Peloponeso La propia creación mítica de Toledo, nos recuerda como una serie de iniciados griegos presididos por un tal Ferencio, vagan por las tierras de la península para encontrar un lugar propicio para la magia y el estudio de las estrellas. Encuentran un promontorio rocoso de piedra granítica, con buena visibilidad y flanqueada por un río que hace de frontera natural e inmejorable medida de defensa. Habían llegado a Toledo, Taygeto como la llamaron, era el primer grupo que de forma secreta aplicaba los conocimientos ya recibidos por los sumos sacerdotes del antiguo Egipto, esta fue nuestra primera sociedad iniciática, la que genera e impregna una fuerza que llega hasta nuestros tiempos. Estos primeros avanzados en la mayor de las ciencias, sometieron a una gran serpiente que yacía en una cueva sagrada cuyo fundador fue el gigante Hércules. La escuela de Ferencio, fundada allá por el 1.260 antes de Cristo, tuvo tanta fama y repercusión que los discípulos y mayores maestros en las más variadas artes mágicas acudían a esta ciudad para ser instruidos en los secretos de la serpiente. Aquí vemos como el simbolismo adquiere una importancia mayúscula, ya que la cueva se antoja como aquello que desde dentro uno puede revelar si somete a la serpiente, a la bestia que desafía a la virtud. También la serpiente es la energía que desde dentro se manifiesta como lo telúrico y terrestre en compensación con el estudio de la astrología, primera ciencia del hombre y por ende de ese Toledo inciático. La sociedad del Tesoro Damos un salto en el tiempo y nos centramos en el Medievo (siglos XIV y XV) para conectar con una sociedad que giraba en torno a un mago por muchos conocido y admirado: el marqués de Villena, Enrique de Aragón. Este personaje que se le aborda casi siempre en solitario, no deja de ser una pieza de todo un engranaje como lo fue una sociedad que se reunía alrededor de la traducción literaria y que tenía y mantenía un interés que iba más allá de las letras. Reunidos en castillos y palacios, iluminada la noche por unas velas inagotables, esta sociedad se reunía para abordar la poesía, recitar los versos inmortales de los clásicos y traducir sus escritos al castellano. De esta escuela sale la primera traducción de la Divina Comedia (en cuyo infierno se cita a otro mago asociado a Toledo llamado Miguel Escoto), la Eneida de Virgilio, la Retórica Nueva de Tulio, de Cicerón. También de este cenáculo, salieron obras originales que desaparecieron en el fuego de la intolerancia, obras que nos muestran que tanta profusión de conocimientos y creación tuvo que ser obra de un grupo que tenía una misión clara y concisa, el estudio y difusión de las artes mágicas. Algunas de estas obras son: los Trabajos de Hércules, cuya significación simbólica entronca con el esoterismo; el famoso tratado de Alquimia, mucho antes que se diera su estudio y práctica en otras latitudes como la Italia renacentista; el libro del Ángel Raziel (que siglos más tarde se popularizó como protector del doctor Torralba); varios manuales de astrología, o el Tratado del Aojamiento (para determinar y prevenir el mal de ojo) y muchos más de los que desconocemos su título y existencia pasto de unas llamas que no dejaron para el recuerdo nada más que las cenizas de la desolación y la ignorancia. En la actualidad, en esta maravillosa y mágica ciudad de Toledo, se pueden visitar parte de los palacios del Marqués de Villena hoy conocidos como museo del Greco, en cuyas cuevas y subterráneos no es difícil evocar los experimentos alquímicos de una sociedad dada a desentrañar los misterios ocultos de la naturaleza. La Garduña Con este nombre se crea la primera sociedad secreta criminal de España y como no, se funda en Toledo, en el año 1412, teniendo vigencia hasta el 1822. La Garduña estaba formaba por un grupo de malhechores de todos los estratos sociales (desde desarrapados a jueces y gobernadores) que operaban en principio en Toledo y provincia pero que con el tiempo sus tentáculos se extienden hasta Sevilla. Habría nacido en el contexto de las germanías o fraternidades criminales, desarrollando un poder, amplitud y complejidad organizativa comparables a los de las grandes mafias modernas. Se ha sugerido incluso que la Garduña fue el origen de muchas sociedades criminales posteriores, como la Camorra napolitana, basándose en el hecho de que nació en una época en que Nápoles y sus territorios pertenecían a la Corona Española. La Garduña es descrita como una sociedad impregnada de secretismo y esoterismo, con juramentos, ritos iniciáticos, simbologías arcanas, gestos fraternales, etc. Su signo de reconocimiento serían tres puntos tatuados en la palma de la mano (seña de la actual Camorra). Sus grados de mayor a menor eran los siguientes: Hermano Mayor o Gran Maestre; Capataces; Punteadores (asesinos); Floreadores (ladrones); Postulantes (recaudadores de sobornos); Fuelles (soplones); Coberteras (vendedores de mercancía robada); Sirenas (prostitutas). El incumplimiento de una sola orden por nimia que fuera, se pagaba con la vida. Para actuar con total impunidad, se autoproclamaron “Orden religiosa con derecho divino a robar y asesinar”, ya que muchas de sus víctimas eran musulmanes ricos y judíos acaudalados. Aunque los secretos e iniciaciones se transmitían de forma oral de maestro a discípulo, llegó un momento de tanto auge que uno de sus Hermanos Mayores en un ejercicio de vanagloria, recopiló todos sus ritos en el llamado Libro Mayor; mala decisión pues los tribunales ya tenían la prueba perfecta para encerrar a los garduñistas. Y así pasó, en 1821 se descubre el libro y el Gran Maestre Francisco Cortina junto con sus lugartenientes son apresados y asesinados públicamente en la Plaza Mayor de Sevilla como escarnio a su vida de latrocinio. A partir de ese momento sucede la disolución en otras organizaciones criminales e incluso la piratería caribeña. La Masonería del Siglo XXI Afortunadamente al día de hoy en España ser masón no es algo que uno deba ocultar. Perseguidos hasta hace relativamente poco, los masones en España están tomando no ya fuerza sino protagonismo público, en nuestra ciudad al menos que sepamos, hay una sociedad masónica llamada Aleph 147. Fundada en el año 2006, es la primera Logia Regular que procede con el Rito Francés Moderno en España, operando con los rituales aprobados por el Gran Oriente de Francia en 1785. Uno de los elementos más significativos e interesantes de esta logia de autoconocimiento filosófico, es la elección del la propia letra Aleph: “elegimos como nombre la letra Aleph debido en parte a la vinculación de Toledo con las tres culturas, la Musulmana, la Cristiana y la Hebrea, hoy en día la minoritaria en nuestro país”. Aleph es la primera legra del alfabeto hebreo o Alef-Bet. Es símbolo de la Unidad y Poder de Dios, en su gematría, nombre y forma representa la unidad de Dios, su Soberanía, su Infinitud. Aleph = Aluf: Rey, Maestro, Príncipe, su forma simboliza el Infinito, consiste en tres partes: arriba es una JOD, abajo es una JOD y estas dos letras están conectadas por una VAV diagonal, cada YOD tiene un valor numérico de 10 y la VAV de 6, lo que resulta 26 que también es la cantidad de Tetragrama (nombre impronunciable de Dios). El Aluf significa nobleza y sabiduría. La Aleph escrita en minúscula significa humildad y pureza en el estudio, teshuvá y nexo de unión entre el cielo y la tierra. Aleph no es sólo la primera letra del alfabeto hebreo sino del Decálogo (los Diez Mandamientos del Sinaí) -Anoji- (Éxodo 20.2). La Aleph como símbolo de la unidad, de la individualidad, comprende en su esencia el alfabeto completo y es así símbolo del "eterno infinito" (Ein-Sof). ¿Será también Toledo un buen lugar para encontrar el Aleph o inicio del conocimiento primordial y mágico? En fin, tras este heterogéneo repaso diremos como conclusión que la historia a veces comprende de hazañas secretas que dan sentido a lo que vemos con los ojos de lo cotidiano, pero no olvides que en la sombra un círculo cerrado se cierne bajo el asfalto de tu ciudad para que un arcano rito vuelva a evocarse con tanta rotundidad como lo hizo antaño y lo hará y lo seguirá haciendo cuando ni tú ni yo estemos aquí.
Julio César Pantoja es humanista, escritor y poeta, licenciado en Ciencias Jurídico-Sociales con estudios especializados en el sector turístico. |